“No me resigno a perderte”

Yanet en un cumpleaños que no solo me gustaría recordar, sino volver a vivir.

Con el corazón en una mano intento, no sé si lo lograré, escribir esta entrada en el blog. Es la historia de cómo se nos puede ir la vida en menos de 48 horas.

29 de abril 2021

Estaba en un ir y venir de un trámite enloquecedor en Huancayo, cuando a las 5pm recibí una llamada que decía que Yanet, mi prima, necesitaba con urgencia una cama UCI y que rezara por ella. De inmediato me extravié en mi mismo y en tratar de convencerme (sin buenos resultados) de que todo estaría bien mientras regresaba a mi casa en Jauja.

Al llegar a casa, mi mamá, que la consideraba su hija, pues con ella había crecido; estaba envuelta en lágrimas y me pedía (sin éxito por cierto) que yo no me exponga más.

Mi prima Yanet era docente en Atalaya y esa tarde la trasladaron a Pucallpa en un vuelo de emergencia porque, supuestamente, no hubiera aguantado ser trasladada a La Merced, donde vivía junto a mis tíos. Por esa noche casi no supe nada más que Yanet ya se encontraba en el hospital y en mi familia solo nos quedaba no perder las esperanzas. Así que al acostarme recé y pedí que se pueda recuperar y que ella no me podía dejar solo, porque era mi hermana y, quizá, una madre para mi.

30 de abril de 2021

En la mañana del día siguiente, conversamos con el papá de Yanet (mi tío) y nos comentó que la dejaron en el hospital la noche anterior conectada a un balón de oxigeno, pero que se había quedado tranquila y que se iba a recuperar. 

Emocionado por eso, como es costumbre de los creyentes en Dios, me fui a contratar una misa para su recuperación. Solo había fecha disponible para el próximo martes 4 de mayo, así que tomé esa fecha y reservé una ‘misa de salud’ para las 6pm de ese día.

Al regresar a casa, la noticia de que era necesario una cama UCI para Yanet nos devolvió el miedo, la pena y el llanto. Así que nos reunimos en mi familia, y oramos al unísono (algo que nunca habíamos hecho) pidiéndole a Dios y a mi abuelo Jorge (Q.E.P.D.) que la ayuden en su recuperación. 

Yanet se encontraba en Pucallpa y el problema con la cama UCI era que no había ninguna disponible en ese momento en ese lugar. Así que, prácticamente, la única opción era pedir el alta voluntaria y trasladarla con avión a La Merced, donde habían encontrado una cama UCI disponible. Ese momento nos devolvió un poco la esperanza, sin embargo la noticia de que el avión no podía salir pasada cierta hora nos devolvió a una incómoda tarde de incertidumbre. 

Ya casi caída la noche, la alternativa que encontraron fue trasladarla a la La Mercer por vía terrestre con varios balones de oxígeno. Así que luego de unas horas, luego de que los encargados médicos habían dado de alta a Yanet, mi tío y Atelina (hermana de Yanet) iniciaron el viaje más largo que jamás imaginaron hacer. Atelina me envió un mensaje donde me decía que los médicos le dijeron que el nivel de saturación de Yanet era de 86 cuando en realidad estaba en 46. Yanet falleció en el viaje del viaje. 

Lo que vino a continuación fueron escenas de llanto, dolor, desesperación y tristeza en casa y en toda la familia. Si llorando recuperaríamos a quienes queremos, estoy seguro que la habríamos recuperado.

Si escribo esto es porque no he superado su partida y no creo que alguien en mi familia lo haga. Pero, honestamente, tampoco busco superar que ya no podré verla. Todo lo contrario, espero volver a verla.

Nota para ella: Yanet, sé que nos cuidas desde allí arriba y también sé que cuando deje este mundo nos encontraremos y volveremos a jugar, bailar y cantar. Es por eso que para mi todavía estás viva, esperándome en alguna parte. Porque no, no me resigno a perderte.

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