Saturdei motiveishon: “No dejes para mañana, el viaje que puedes hacer hoy”
Advertencia: Lo que expongo a continuación es mi forma personal de ver las cosas. No necesariamente tienes que coincidir con ella. Sin embargo, te pido que la analices con detenimiento para tratar de entenderla.
Los viajes en pandemia:
Solía unirme a diversos grupos de Facebook, de diversa temática: Ingeniería, emprendimiento, deporte, cultura, lugares turísticos y hasta memes. De todos ellos, me parecía bastante curioso la forma del contenido en algunos grupos de emprendimiento y de turismo. En este caso, haré referencia al grupo de turismo y el de emprendimiento lo dejaremos para otro día.
Muchos de los grupos sobre viajes y destinos turísticos solían (no sé si lo seguirán haciendo, ya no participo en esos grupos) realizar publicaciones del tipo: ‘viaja y sé feliz’ o ‘el dinero es para viajar’, etc. y solían subir imágenes como las siguientes:
En algunas publicaciones incluso llegaban a mostrar cierto ‘desprecio’ por aquellas personas que, por la razón que fuera, no podían viajar o no compartían el mismo entusiasmo por los viajes; llegando incluso a realizar comparaciones acerca de las preferencias en cuanto a experiencias:
Si bien es cierto, aunque se trata de preferencias, en muchos casos esas preferencias están marcadas por una especie de ‘clasismo’ absurdo, tal cual sucede muchas veces con la música, es decir, sentirse superior al resto por escuchar tal o cuál género. Ridículo ¿cierto?
¿Viajar es la fuente de la felicidad?
Entonces, sucedió algo que nadie esperaba. Cuando inició la pandemia y casi todos los países estaban en cuarentena, me preocupaba pensar en todas aquellas personas que decían sentirse felices de viajar y que los viajes lo eran todo en la vida.
Me imaginaba a estas personas tiradas en sus sillones sufriendo y llorando, mirando el horizonte de su ventana, deprimidos, sin saber qué hacer, como si el universo conspirara contra ellos.
No me quedé con la duda, así que se los pregunté.
Me animé a hacer una pregunta en uno de esos grupos: ‘¿Cómo están todos los que decían que no podían vivir sin viajar? ¿Todo bien?’
De inmediato comencé a recibir todo tipo de respuestas. Respuestas de que yo era un resentido, de que seguro no viajaba, de que sentía envidia, de que seguramente prefería estar encerrado, que todo era un engaño para mantenernos encerrados y un largo etcétera. Desde luego habían unas respuestas más fundamentadas que otras y muchas otras en las que yo mismo coincidía.
Lo cierto es que entendí que, en muchos casos, viajar era una forma de escape de una realidad que no querían afrontar. Existía, quizá, una especie de ‘necesidad’ por viajar. Pero en ningún caso, significaba una pisca de felicidad. Viajaban por tener la foto perfecta, por presunción, por necesidad, por un supuesto ‘status’; lo cual no está mal en si mismo. Lo que está mal (a mi criterio) es atribuir la felicidad personal a hecho externo a uno mismo. Es decir, no comparto el pensamiento de otorgar mi felicidad a un viaje, lo cual incluso puede llegar a ser una muy mala experiencia.
No necesitas viajar pero... (la leccion)
No tengo nada contra las personas a quienes les gusta viajar. De hecho también me gusta bastante conocer nuevos lugares. Sin embargo, hay algo en lo que creo que estamos cayendo. Admitámoslo, las redes sociales están cargadas de fotos glamourosas y muchas veces consideramos que ese tipo de fotografías son las que también nosotros necesitamos.
El punto es que, en realidad, no deberíamos (me incluyo) atribuir el sentirse bien o el ser felices a algo o alguien externo a nosotros mismos. Esto incluye a los viajes, a las posesiones e inclusive a las relaciones.
Un libro muy poderoso y uno de los mejores que he leído hasta ahora ha sido ‘El poder del ahora‘ donde aprendí esa gran lección: Nada externo a nosotros mismos puede realmente darnos felicidad. De hecho, si yo podría resumir la felicidad, lo haría en una palabra: AMOR. No hablo de relaciones ni de cariño hacia alguien externo. Hablo del amor en el más puro de los conceptos, lo cual por supuesto incluye PAZ y TRANQUILIDAD. Es ahí donde realmente reside la felicidad.
Hay personas siendo muy felices en este momento sin esa ‘necesidad’ de viajar. El trabajo, la familia, hacer las cosas que uno gusta, pueden ser muchas veces fuente de paz y tranquilidad, y por tanto la clave de la felicidad. Para ello, ni siquiera se necesita de viajar, de una pareja, de una propiedad, de una familia. Toda la felicidad que buscamos, realmente está dentro de nosotros mismos. En resumen: no pretendamos buscar la felicidad en cosas fuera de nosotros mismos.
No se puede negar que viajar brinda oportunidades, desconectar del ruido externo, aprendizaje, no deberíamos confundir el viajar con ser felices. Descubramos la forma de encontrar la felicidad (paz y tranquilidad) en todo momento: en casa, en la familia, en los amigos… No solo en los viajes.